martes, 6 de octubre de 2009








Por algunos instantes tuvo otra duda: más pronto o más tarde, Veronika se daría cuenta de que no iba a morir del corazón. Seguramente acudiría a un especialista, quien le diría que su organismo funcionaba con toda normalidad. En ese momento ella concluiría que el médico que la cuidó en Villete era un perfecto incompetente. Pero todos los hombres que osan investigar asuntos prohibidos necesitan cierto coraje y una dosis de incomprensión.
Pero ¿y durante los muchos días que ella tendría que vivir con el miedo a la muerte inminente?
El doctor Igor ponderó largamente argumentos y llegó a la conclusión de que no se trataba de nada grave. Ella consideraría cada día de vida como si fuera un milagro, lo que no deja de ser verdad, tomando en cuenta todas las probabilidades de que ocurran cosas inesperadas en cada segundo de nuestra frágil existencia.

2 comentarios: