lunes, 25 de mayo de 2009

Bueno, la chica dice hasta luego y tiene mojado el pelo. Entregó sobre un capote de torero el último rincón inexplorado de su cuerpo. El jardinero también dice hasta luego y corta las últimas rosas diciendo: voy a brindar cuando estas flores estén en tu florero . El sacerdote también tiene un capote, también dice hasta luego. La vida no es un juego (ni es un florero), y se prendió fuego. Nadie noto la ausencia de la eminencia ni de la chica. El jardinero que amaneció temprano, cortó los tallos de las margaritas y se fue mirando al sur, buscando el verano. Nadie perdió tiempo en enterarse si se fue para quedarse o si fue buscando emociones. Así son las cosas, es el cambio de estaciones: es el tren que pasa. Es el tren que pasa, pasa por la puerta de la casa de la gente que no está en su casa; Y por la ventana una chica que saluda con la mano. Ya no está y en su lugar hay un asiento vacío. El jardinero le dice a las espinas hasta luego, todos los rosales son iguales: lastiman los dedos. Soy un jardinero, ví nacer a todas éstas flores, pero no tengo floreros en casa.

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